Autora:
Dorys Zeballos
ECUADOR
Nunkui, creadora de las plantas
Cuando los shuaras recién empezaban a poblar tierras orientales de Ecuador, la selva no existÃa.
HabÃa una llanura manchada por escasas hierbas, una de esas era el ukuch, único alimento de los
shuaras. Lamentablemente un dÃa la hierba dejó de crecer y los shuaras comenzaron a desaparecer
poco a poco. Algunos culparon a Iwia y a Iwianchi, seres diabólicos, pero otros continuaron
buscando el ansiado alimento. Nuse era una de ellas, venciendo sus miedos, buscó el unkuch entre
los sitios más ocultos y tenebrosos, pero fue inútil. Sin desanimarse volvió en su búsqueda junto a
sus hijos y siguiendo el curso del rio, caminaron muchos dÃas, pero el calor agobiante terminó por
aplastarlos. Inesperadamente sobre el rio aparecieron pequeñas rodajas de un alimento
desconocido, la yuca. Nuse, al verlas, se lanzó al rio y probó aquel asombroso y dulce potage. Fue
donde sus hijos a socorrerlos y en eso, percibió a alguien quien la observaba. De súbito, entre
ráfagas, llegó una mujer de belleza primitiva. Nuse preguntó quién era y esta respondió; Nunkui, la
dueña y soberana de la vegetación. Nunkui le dio a Nuse, por demostrar valor, huertos de amajas
olorosos y para que el pueblo no pereciera, Nunkui le obsequio una niña prodigiosa que tenÃa la
virtud de crear unkuch, plátano y yuca. La aparición se esfumó y en su lugar surgió la niña prometida.
Volvieron a su pueblo y cuando llegaron, la niña cumplió con su ofrecimiento y la vida de los shuaras
cambio por completo. El dolor fue olvidado y las plantas se elevaron en los huertos y cubrieron el
suelo de esperanzas.
ESTADOS UNIDOS
El nenúfar y la doncella de las estrellas
Hubo una época donde no habÃa conflictos, todas las tribus de la tierra vivÃan en paz. Gozaban de
una tierra rica en todo, todos cazaban y pescaban, cosechaban frutas y cueces. De noche, a la gente
le encantaba contemplara el cielo y una noche sobre la pradera brillaba vieron una estrella más
brillante que nunca antes habÃan visto. La estrella comenzó a moverse y estuvo a punto de caerse.
Finalmente quedó suspendida sobre la cima de un lejano cerro. El Gran jefe mandó a los hombres
más valientes para saber que era y cuando regresaron, dijeron que era algo que brillaba y estaba
suspendido en la punta de un oscuro pino. Esa noche, a uno de los jóvenes valientes, tuvo un sueño
en el que apareció la doncella de plata, la cual le dijo que estaba cansada de vagar en el cielo y
querÃa vivir en la tierra, ya que le gustaba los colores, como los niños jugaban, el agua, le gustaba
todo, por lo que le pidió que le dijera a los más sabios de su pueblo que le dijeran que forma debÃa
tomar y asà vivir en la tierra para siempre. El joven al dÃa siguiente le contó al gran jefe sobre su
sueño y este mandó a llamar a los hombres y mujeres más sabios. Entonces llegaron a la conclusión
que la doncella de plata deberÃa escoger la forma que querÃa, podrÃa ser la de un pájaro, una flor,
un pez, lo que ella quiera. El joven fue a buscarla y la llevó al pueblo, la doncella de plata decidió
quedarse en una rosa roja, pero se dio cuenta que ese lugar estaba lejos de la gente que amaba, asÃ
que al otro dÃa fue a la pradera y se quedó en una flor azul, pero allà los búfalos pasaban y no la
dejaban tranquila. Volvió al cielo la doncella y la gente temÃa que se fuera para siempre. Esta vez la
doncella estaba sobre el lago y viendo el reflejo de sus hermanas del cielo, las miró y las llamó que
cesaran de vagar y que encontraran la paz con ella, en esas quietas aguas del lago. La gente vio que
el cielo se estremecÃa con brillantes puntos luminosos y vieron que el oscuro lago cobraba vida con
las estrellas. Los sabios y el gran jefe sonrieron. Cuando llegó la mañana, cientos de estrellas flotaban
en el lago azul, no eran estrellas, era Nenúfares. La doncella de las estrellas habÃa encontrado su
lugar en la tierra y sus hermanas la habÃan acompañado. La gente abordó sus canoas y navegó para
tocar los pétalos cremosos. Nenúfares, son estrellas que cayeron desde el cielo una noche, sus
pétalos brillan al sol como las estrellas que vivieron y centellearon una vez en lo alto.
MEXICO
Cómo el chocolate pasó de los dioses a los hombres (Azteca)
En las selvas vÃrgenes de Yucatán y de Guatemala, existÃa el cacahuaquchtl, árbol cuyos frutos
preparaban su bebida los dioses; tostaban en un sartén de barro, luego lo molÃan con dos piedras
hasta conseguir un polvo que vertÃan en agua hirviendo. A esta infusión burbujeante le añadÃan,
entonces, pimienta, almizcle y miel, bebiéndolo ceremonialmente. Quetzalcóatl, el gran dios
barbudo, prudente como una serpiente y hermosos como el quetzal, enseñó a los hombres a
manipular el cachuaquchtl, que no solo daba placer y fuerza, sino también riqueza, ya que los granos
lo usaban como monedas. Un dÃa el dios partió hacia el este, hacia donde salÃa el sol. Desde ese dÃa
el pueblo esperó el regreso con tristeza e impaciencia. El pueblo entero prepararÃa nuevamente el
tchocoatl espumoso y lo degustarÃa con veneración. Por ello, cuando Hernán Cortes, barbudo y con
armadura, llegó desde el oriente, a lomos de un extraño animal vestido también de hierro, el
emperador Moctezuma y sus súbditos alegremente lo recibieron y realizaron la ceremonia del
tchocoatl, entregando sin saber, la bebida divina a unos simples mortales que la difundirÃan desde
ese momento por el mundo.
Del corazón al nopal (Azteca)
El nopal es raro que no crezca en algún paÃs de este continente, aun sobre rocas, tierras
improductivas, donde otros vegetales no prosperan, él se levanta desafiando la inclemencia. Alcanza
tres metros de altura, hojas grandes y ovaladas, grandes y carnosas, nÃtido color verde, erizadas de
púas y sobre las hojas nacen las flores de un intenso color encarnado, que maduran dando un fruto
de cascara amarilla e interior sonrojado. En México abunda más, figura incluso del escudo nacional
y es en este paÃs que se cuenta la leyenda de su origen. Fue cuando Huitzilopochtli, dios de la guerra,
abandonó a su hermana Malinalxochitl para marcharse lejos a fundar un reino para su pueblo. La
abandonada, cuyo nombre significa Flor de malinali, planta textil. Ella se quedó y de forma valerosa
y esforzada, logro fundar el reino de Malinalco, que significa “lugar donde hay malinali”. Su hijo,
Copil que significa corona, creció oyendo como su madre relataba y se quejaba de la mala acción de
Huitzilopochtli. Pasaron los años y Copil ya convertido en un joven gallardo, de negra cabellera y
cuerpo atlético diestro en la caza y a guerra, juró castigar la ofensa y decidió ir en busca de
Huitzilopochtli. La creencia de los indios hacia figurar a Huitzilopochtli como si fuera el sol, en que
cada mañana libraba combate con la luna y las estrellas, a fin de ganar un nuevo dÃa y para llevar
tremenda lucha, debido que era dios, tenÃa que alimentarse de la esencia de la vida del hombre, es
decir, del corazón y la sangre y por eso le ofrecÃan sacrificios humanos. Copil llegó a Chapultepec,
pero se dio cuenta que solo no podÃa vencerlo, asà que regresó a su pueblo y reunió a mil guerreros.
Huitzilopochtli supo lo que Copil querÃa hacer, ya que lo decÃa a en todos lados, por lo que
Huitzilopochtli mandó a sus sacerdotes a que le trajeran el corazón de Copil. En la noche, los
sacerdotes fueron y silenciosamente apuñalaron a Copil y extrajeron el corazón, ni él ni sus
guerreros se dieron cuenta. Los sacerdotes volvieron con Huitzilopochtli y le entregaron el corazón,
este les dijo que o fueran a enterrar entre las peñas y al otro dÃa habÃa brotado una hermosa planta
en el sitio de la sepultura. Era el corazón de Copil, que se habÃa convertido en el vigoroso nopal de
ovaladas hojas y flores encarnadas, un recuerdo del valor que brota en toda la tierra americana.
La ofrenda del pulque (Azteca)
Los orÃgenes del pulque, bebida alcohólica que se obtiene del jugo de la planta maguey fermentada,
se remonta a los monstruosos tzitzimime, genios maléficos de la oscuridad que amenzaban con
destruir el mundo. Estos demonios, a menudo femeninos, son estrellas que luchan eternamente
contra el sol al atardecer y al amanecer. Quetzalcóatl decidió que una bebida alcohólica traerÃa
placer a la vida de los hombres, por ello fue a visitar a Matahuel, la bella y joven diosa del manguey,
que habitaba el cielo junto a su abuela Tzitzimitl. Quetzalcóatl persuadió a la joven para qe
descendiera a la tierra con él, allà se unieron en un gran árbol ahorquillado siendo Quetzalcóatl una
rama y Mayahuel, la otra. Su abuela al no encontrarla, convocó a los demonios con el fin de hallarla.
Cuando los hallaron, el árbol se partió en la mitad, la abuela reconoció la rama de Mayahuel y la
arrancó salvajemente, entregando partes de su nieta a los otros tzitzimime, para que la devoraran.
Después regresaron al cielo y Quetzalcóatl retomo su forma, reuniendo con tristeza los huesos de
Mayahuel, los enterró y de ahà nació la primera planta de maguey, el misterioso origen del pulque.
El maÃz divino (Náhuatl)
Centéotl, el maÃz divino nació en una cueva, estaba tan solo, que los dioses pensaron en darle
compañeros. Le dijeron que se escondiera debajo de la tierra, quedando su cuerpo completamente
cubierto. Al poco tiempo, de una oreja salió el huazantli, planta con que se preparan tortitas
capeadas. De los cabellos brotó el algodón, de la nariz creció la chÃa, de los dedos el camote y del
resto del cuerpo brotaron muchos frutos más, que la gente aun siembra y cosecha. Ya no estaba
solo, y los hombres tendrÃan como alimentarse, por ser tan generoso y abundante, le llamaron
Tlazopilli, que significa “hijo querido”.
Cómo los huicholes conocieron el maÃz (Huichol)
Los huicholes estaban cansador de comer cosas que no les gustaban. Un muchacho huichol oyó
hablar del maÃz con el cual se podÃan hacer distintas preparaciones, pero este maÃz se encontraba
lejos, al otro lado de la montaña. Eso no lo desanimó y echó a andar. Al poco tiempo encontró una
fila de hormigas, las siguió, ya que eran las guardianas del maÃz, pero al dormirse, las sinvergüenzas
hormigas se comieron su ropa, dejándolo tan solo con arco y flechas. El huichol comenzó a
lamentarse, cuando un pájaro se posó en un árbol cercano. Le apunto con su arco, pero el ave lo
amonestó, diciéndole que era la Madre del maÃz, y que lo guiarÃa para darle lo que buscaba. AllÃ
encontró a cinco doncellas muy bellas, hijas de la madre del maÃz; mazorca blanca, mazorca azul,
mazorca amarilla, mazorca roja y mazorca negra. Mazorca Azul lo cautivó con su belleza y pronto se
casaron y regresaron al pueblo. Como no tenÃan cas, durmieron un tiempo en el lugar dedicada a
los dioses. Esta casa de recién casados se llenaba todos los dÃas de elotes, mazorcas tiernas de maÃz.
La gente venÃa de todos lados porque Mazorca Azul regalaba maÃz a manos llenas y además le
enseñaba a su marido, como sembrar maÃz y cuidar la milpa. Los ancianos cuentan que Mazorca
Azul enseño a las personas todo sobre el maÃz, se molió a sà misma y de esta manera la humanidad
supo del riquÃsimo atole preparado también con los granos de maÃz.
El maÃz y el Monte de Nuestro Sustento (Náhuatl)
Los dioses se preguntaban que comerÃa la humanidad. Quetzalcóatl se topó con una hormiga roja
quien cargaba un grano de maÃz. Interesado, Quetzalcóatl le preguntó dónde lo habÃa hallado y ante
la inasistencia del dios, respondió que lo extraÃa del Monte de Nuestro Sustento. Quetzalcóatl era
muy grande para entrar, por lo que se transformó en hormiga negra. La hormiga roja lo ayudó a
sacar montones de granos, lo suficiente para compartir con los dioses. El dios le dio las gracias por
el maÃz, se lo entregó a los dioses, luego se lo dio de comer a la humanidad. Entonces hubo necesidad
de más, y el dios no podÃa estar transformándose en hormiga negra a cada rato, por lo que pidió
ayuda a los otros dioses. Entonces, cuando comenzó a llover, Nanáhuatl envió su rayo hacia el
monte, que se abrió con gran estruendo, dejando libre granos de nuestro sustento: maÃz, frijol, chÃa,
bledo, que los dioses entregaron a la humanidad.
PARAGUAY
Irupé y la luna (GuaranÃ)
El irupé es una planta acuática que se crÃa en las aguas profundas y tranquillas del rio Paraguay y la
Mesopotamia Argentina. Las flores son grandes y de pétalos blancos, que poco a poco van
tornándose rojizas. El fruto recibe el nombre de maÃz del agua y contiene semillas que pueden
comerse tostadas. Según algunos, irupé significa plato sobre el agua y para otros viene de pe (chato)
y significa “lo chato que trae el agua”. Su origen relata la historia de una joven hermosa que se
enamoró de la luna. Siempre mirando al astro de la noche, intentó subir a los arboles más altos para
tenderle los brazos pero era inalcanzable, trepó montañas, camino a la lÃnea del horizonte y nada.
Una noche al mirar al fondo del lago, vio reflejada a la luna en la profundidad y tan cerca, que podrÃa
tocarla, la muchacha se arrojó a las aguas y nadó hondo para poder tenerla. Las aguas se cerraron y
allà quedo la infeliz para siempre con su sueño irrealizado. Compadecido, Tupá la transformo
entonces en irupé, cuyas hojas tienen forma de un disco lunar que mira hacia lo alto en procura de
su amado ideal.
El llanto de Isapà (GuaranÃ)
Isapà era joven y hermosa. Hija de uno de los más poderosos mburuvichás. Todos la anhelaban, pero
Isapà no respondÃa a esos halagos, porque Isapà no amaba, no podÃa mar. Tal era su temperamento,
indiferente al dolor, la llamaban también “la que jamás lloró”. Hubo un tiempo en que los más
espantosos desastres azotaban a los suyos, pero viendo a niños y mujeres muertos por estas
tragedias, Inapà no lloraba. Incluso un adivino propuso someterla a martirio para obligarla a llorar,
porque si ella lloraba, la desventura de la tribu cesarÃa. Cuando se lo comunicaron al jefe, este se
encolerizó tanto, que debieron huir de su presencia. En combate, la tribu cayó en poder del enemigo
y las más hermosas doncellas también, una de ellas era la hermana de IsapÃ, tan hermosa como ella,
pero de corazón blando, quedó prisionera del jefe enemigo. Después de aquello, la tribu reducida a
unas pocas mujeres y un puñado de combatientes, se refugiaron en la selva. Una anciana cuña i
payeva dijo que para desviar la malaventura era preciso que Isapà llorase. Pero como hacerlo, ya que
el dolor ajeno no era capaz de hacerla llorar, era preciso que ella lo experimentara, pero era
protegida por el amor ciego del anciano mburuvichá. Cierto dÃa IsapÃ, caminando se encontró con
varias personas que le pedÃan ayuda, pero ella insensible al dolor ajeno, no las ayudaba y seguÃa
caminando hasta que se detuvo al escuchar a sus espaldas la voz de la cuña i payeva de la tribu,
quien invocaba a Añá, el señor de las tinieblas, amo de los maleficios. La anciana le pidió a Añá que
ella nunca fuera abuela ni madre, que llorara para siempre, viviendo eternamente llorando, y que
su llanto solo haga bien a los demás. Isapà no oyó más, porque su figura no era humana, al término
de la invocación de la cuña i payeva, la doncella quedó convertida en árbol. Desde entonces, en las
selvas tropicales, se yergue el árbol que tiene esta particularidad: de sus hojas desprende
continuamente abúndate rocÃo que refresca el aire, humedece el suelo y empapa el entorno para
que crezca la vida.
La yerba mate y la luna (GuaranÃ)
La luna solitaria que se paseaba por el cielo tenÃa el desea de bajar a la tierra y por eso envidiaba al
viento que podÃa moverse libremente. Una estrella peleadora le preguntó porque tanto berrinche,
ya que ella era la centinela de la noche y no podÃa dejar su puesto jamás. Al verla llorar lágrimas de
plata, las nubes se conmovieron y la comprendÃan, asà que la ayudaron, realizando una neblina para
que la noche fue totalmente oscura, el arco iris prestó su escala de siete colores y la luna, con una
capa negra, vestido de tul y corona de estrellas, descendió orgullosa como una reina. La luna se
volvió niña, fascinada de la tierra por sus colores, flores, y al mirarse en las aguas, su cara redonda
le pareció demasiada pálida entre coloreados frutos. Preguntaba dónde estaban los niños, sin saber
que ese lugar era tropical y muy desierto. El rio la invitó a nadar, y no se hizo de rogar, mientras
estaba en el agua pensaba que ya que habÃa cumplido su deseo de conocer el verde pasto, los
helechos y el agua, podrÃa volver a su sitio y ser para siempre una luz lejana que alumbre caminos.
Con su falta de experiencia no sabÃa del peligro del jaguar, que en las noches siempre busca una
vÃctima para calmar su apetito. Cuando quiso abalanzarse a devorarla, el cuchillo de un diestro
cazador terminó con su hambre y vida. Este hombre, mujer e hija, eran los únicos que habitaban esa
selva. Asustada la luna por lo ocurrido, el campesino la invitó a su choza donde estaba su mujer e
hija. La atendieron amablemente, dándole la última tortilla de maÃz que tenÃan, ya que la próxima
cosecha se encontraba lejos, mientras la mujer se preguntaba que comerÃan mañana, la Luna se
sintió apenada y volvió al cielo. Preguntando a los demás que lo podrÃa regalar a esa familia de
campesinos que se habÃa portado tan bien con ella, lloró sobre sus campos. Al amanecer el
campesino salió de su casa y arbustos desconocidos habÃan brotado por doquier. La mujer de pura
hambre, preparó una infusión con esta yerba nueva y al beberla se sintieron mucho mejor y con
ánimo. La bautizaron como yerba mate. El arbusto cundió como maleza por todas partes y el paÃs se
hizo famoso y rico por su yerba mate. Se dice que la hija del campesino fue la depositaria de este
regalo, que jamás murió y que va por todas partes sembrando este don de la luna.
PERU
Achiqueé y la papa (Inca)
En un pueblo pequeño, dos niños quedan huérfanos, abandonados sin techo ni pan. Un dÃa ven a un
gorrión que llevaba en el pico la flor de la papa, por lo que siguen al pájaro y llegar sitio de las papas.
Achiqueé, una vieja harapienta y muy mala, al saber que los niños buscaban, decidió seguirlos y
matarlos para apoderase de las papas. Los engañó, llevándolos a su casa y mientras la niña cortaba
leña, trató de matar al más pequeño, pero la niña se dio cuenta y le lanzó una piedra, luego llegaron
a un gallinazo y le pidió que los escondiera bajo sus alas. Cuando llegó Achiqueé, le pregunta al
gallinazo por los niños y este de respuesta, le da un aletazo en el rostro, bañándoselo en sangre. La
niña aprovecha de huir sin antes decirle al gallinazo “tendrás buena vista y nunca te faltará comida”
y por esta razón el gallinazo tiene una mirada penetrante y descubre a su presa aun desde grandes
alturas. Luego se encuentran con un puma al cual piden ayuda para defenderse de la bruja y este la
da un zarpazo tremendo que la arroja al suelo y la niña le dice al puma “serás el más valiente de los
animales”. Continúan la marcha, siempre perseguidos por Achiqueé y son protegidos por otros
animales, en agradecimiento los dotan de cualidades que ellos poseen hasta ahora. Encuentran un
añaz (zorrillo) y este no los ayuda, la niña, enojada le dice que tendrá un olor repugnante y por eso
será fácilmente cazado. Llegan a la pampa y ven a otros muchachos subiendo la cuerda y exclaman
“Taita Jerónimo, haz que suba yo también” y les lanza una cuerda vieja y un ratoncillo, para que la
vaya comiendo desde atrás. Achiqueé comienza a subir, pero el ratón comienza a comerse la cuerda,
entonces al ver que se va a caer, pide a dios caer en la pampa, para no hacerse daño, pero cuando
se da cuenta que va a caer sobre una roca, lanza una maldición: “que mi cuerpo se desparrame, que
mis huesos se incrusten en la tierra y mi sangre seque las plantas y hierbas”. En ese momento
aparecen los Andes y cuenta la leyenda que los cerros lo forman los huesos de Achiqueé, porque las
rocas son caras horrorosas que recuerdan al gesto maldiciente de la arpÃa al caer. El eco que se oye
cuando uno grita es la voz de Achiqueé que nos remeda. Cuentan también que salpico sangre en los
valles de la costa y ciertos cerros, por eso son áridos. En las noches de luna, las abuelitas de la tierra
de Taricá, repiten esta historia- Cuentan que los pequeños que rodean el sitio donde ascendieron
los niños fue Taricá, donde no se conocerá jamás el hambre, pues abundan papas y dicen que el
culto a San Jerónimo se debe a que fue él quien ayudo a los primeros pobladores de esa tierra,
librándolos del hambre.
La papa, fruto del amor (Quechua)
En la cordillera, un joven quechua cultivaba la tierra y mientras descansaba de sus labores tocaba la
flauta. Él no sentÃa pena alguna por los sentimientos amorosos propios de su juventud, asà como
tampoco sentÃa placer en tenerlos. Un dÃa, llegó a él una sacerdotisa del sol y comenzó a preguntarle
por sus cultivos, conversando toda la tarde. Ella vivÃa en suntuosa moradas de aposentos ricamente
labrados y no podÃa faltar de noche en el templo del sol. En sus aposentos, la sacerdotisa no podÃa
encontrar sosiego por el gran amor que habÃa cobrado al joven quechua y se lamentaba de no poder
dar muestra alguna de lo que sentÃa en su pecho. El joven sentÃa lo mismo, tomó su flauta y comenzó
a tocar tan tristemente que hasta las duras piedras se enternecÃan. Al amanecer, ambos jóvenes se
encontraron, pero uno de los guardias del templo los encontró y al ver lo que pasaba, llamó al Inca.
Los jóvenes huyeron hacia la sierra, pero el Inca los descubrió y condenó a los amantes que violaron
las leyes sagradas a una dura sentencia: ser enterrados vivos y juntos. Al llegar la noche, las estrellas
parecÃan desorientadas en el cielo, los rÃos quedaron sin corriente y los campos del reino se volvieron
estériles. Solo la tierra que cubrÃa a los jóvenes estaba a salvo de la sequÃa, era fértil y prospera. Para
alejar la maldición, los sacerdotes y adivinos aconsejaron al Inca que desenterrara a los amantes,
los quemaran y desparramara las cenizas por los cuatro confines del imperio. Al remover la tierra,
no los encontraron, pero solo habÃa un tallo grueso, era la papa. Sus raÃces fueron plantadas por
todas las tierras del impero, convirtiéndose en el principal alimento de los andinos, salvando del
hambre y la pobreza. De esta forma, los amantes condenados viven hasta hoy, inseparables, en un
mismo fruto de la tierra, nutriendo a su pueblo.
Cómo nacieron las rosas rojas (Inca)
Antes solo existÃan rosas blancas, según la tradición incásica. Sinchi Rocca regia el imperio Inca y
obedeciendo su tradición conquistadora, logró derrotar pueblos barbaros, que sacrificaban
criaturas y hubiera seguido en su carrera de luchas, si no hubiera sucedido algo que hizo a este Inca
combativo, un gobernante sabio. Su hija, la ñusta Coyllur (estrella), cayó gravemente enferma. Los
médicos ni los astrólogossabÃan cómo sanarla. Un amauta muy viejo, Lliquisiqui, que ya hacia treinta
años que vivÃa en el desierto, pronostico que la ñusta se curarÃa si aspiraba el perfume de una rosa
roja. Todos buscaron la rosa roja, pero no la encontraron, ya que solo existÃan las rosas blancas. El
Inca desesperado, ofreció los tesoros más ricos para aquel que trajera la flor. El joven prÃncipe,
Yahuar Huacac, quiso hallar por sà mismo la rosa roja que salvarÃa a su prometida, pero no pudo
hallarla. La hermosa ñusta morirÃa, no tenÃa salvación. Una noche, una anciana de parte de su hijo,
el curaca Guanamunay, se presentó al palacio con una rosa roja. La princesa la aspiro su perfume y
mágicamente se sintió revivir. La ñusta se habÃa salvado y en su felicidad, el Inca le dijo a la anciana
que su hijo viniera para darle los tesoros incalculables, incluso le darÃa ejércitos y provincias, seria
poderoso. Pero la anciana, llorando le dijo que su hijo no necesitaba nada de eso, ya que estaba
muerto. El curaca Guanamunay, en acto con Zupay, se habÃa desangrado y con su propia sangre
habÃa teñido aquella rosa que antes fue blanca y ahora era de un rojo indeleble. HabÃa muerto por
salvar a la ñusta, de quien se habÃa enamorado, pero no podÃa obtener don alguno, ya que era la
prometida de un prÃncipe. El enamorado curaca al sacrificarse, habÃa enviado un mensaje digno de
su raza fatalista y de su pasión melancólica: “muero gozoso”. Sinchi Rocca ordenó que le hicieran
suntuosos honores fúnebres y sobre la tumba, la princesa plantó un rosa de rosas blancas y aquel
rosa dio rosas rojas, desde entonces se conocieron y perpetuaron las rosas rojas en el Imperio del
Sol. Por eso suceso, Sinchi Rocca cambio su modo de ser, frecuentó tratos con los demás pueblos,
abandonó las conquistas de guerras portadoras de muerte e impidió los sacrificios humanos que se
practicaban en algunos pueblos. Se dedicó a la astrologÃa y fue inventor de los quipus y el más
reputado y hábil de los quipucamayus.
Cuando Pachacamac creó los alimentos (Quechua)
En el principio del mundo, no habÃa comida para el hombre ni la mujer que dios Pachamac habÃa
creado. El varón murió de hambre y la mujer quedó sola. En medio de su pena fue en busca de raÃces
de yerbas para poder sustentarse y entre lágrimas le habló al cielo y le preguntó al Creador de todas
las cosas, por qué la habÃa creado si en ese mundo era tan miserable. Luego le pido al Sol que el
cielo matase con un rayo o la tragase la tierra, o en cambio la socorriera. Oyendo sus penurias el sol
le dijo palabras amorosas, la mandó a continuar sacando raÃces y mientras estaba ocupada, la
infundio en rayos y la mujer concibió un hijo que pario a los cuatro dÃas, segura que son eso se
alejarÃan las desventuras y amontonarÃan los alimentos. Pero el dios Pachacamac, indignado porque
al sol se le diese la adoración debida a él y naciera aquel hijo, cogió al recién nacido semidiós y lo
mató, despedazándolo en pequeñas partes, sembrando los dientes del difunto y naciendo el maÃz,
luego sembró las costillas y los huesos, donde nacieron las yucas y de la carne procedieron los
pepinos, pacayes y el resto frutos ya árboles. Desde entonces, los hombres y mujeres no conocieron
el hambre ni lloraron de necesidad, debiéndole al dios Pachacamac el sustento, la abundancia y la
fertilidad de la tierra, todo esto para que se le diese la suprema adoración.
URUGUAY
El ceibo de la paz
Las cruentas guerras de las tribus aborÃgenes obligaron a los guerreros a ser crueles, rudos y fuertes,
porque la victoria aseguraba tierras buenas, y de ello dependÃa la vida de las tribus. HabÃa razones
para que un cacique valiente y despiadado como Ibbotig fuera objeto de admiración y de respeto,
asà como de su inhumanidad para tratar a los enemigos. Su lanza de uranday era la más pesada y la
más temida, sus flechas de puntas agudas y duras, envenenadas de curare y potente macanas, las
más famosas de todas. Pero llegó el dÃa en que ya no eran necesarias las guerras y el dios Tupá
mando a sus emisarios para estas cesaran, pero Ibbotig se habÃa acostumbrado a la guerra y le
contestó a Tupá que su oficio era batallar y no cesarÃa en su actitud y decisión. Tupá trato de
convencerlo, hablándole de amor y ternura, de paz, pero el cacique se burló y retó a un duelo al
mismÃsimo dios. Tupá aceptó el duelo y para darle un escarmiento al agresivo cacique, iba a
derrotarlo con soldados pequeñitos y armas insignificantes, lo dominarÃa en su violencia y lo herirÃa
en su orgullo y en su carne, que él creÃa dura como piedra. Cuando comenzó la batalla, Tupá
escondido en el bosque contraatacó con sus soldados, zumbando sus alas y repiqueteaban en la
tierra como palillos diminutos, sus innumerables patitas, los soldados del dios eran mosquitos,
tábanos, hormigas, mangangás, avispas, vinchucas y machines, que aguijoneaban sin piedad el
cuerpo de los guerreros. Ibbotig demostró tener la carne blanda, pues inmediatamente empezó a
colorearse con la sangre de sus heridas. La gente de Ibbitig arrojó las armas y resolvió huir. En ese
momento Tupá tomó la decisión de convertir en arboles a los guerreros, Ibbotig en el ceibo, se
ablandó hasta pedir perdón al dios y Tupá, satisfecho de su lección y su castigo, le atenuó la
penitencia, haciendo que la sólida carne del cacique se transformara en madera dulce y blanda y
para que no olvidara sus fechorÃas y antiguas crueldades, recordando cómo lo hirieron armas
insignificantes, se le verán siempre en primavera, las rojas heridas. Asà nació el noble ceibo, que en
cada temporada se cubre de rojas y bellas flores.
VENEZUELA
La cierva y el dÃctamo
Existió una hermosa princesa que gobernaba a las tribus, pues sabia conducir a sus guerreros a la
victoria, teniendo un carácter extraordinario, que todos la reconocÃan como Hija del Sol. La princesa
cayó enferma de un extraño mal que la iba consumiendo de a poco. Se ofrendaron al dios Ches
ovillos de hilo, cuernos de venado y mantas de algodón. Los piaches acudieron a los mintoyes o
cuevas sagradas de la montaña. Asà como al borde las lagunas más apartadas para conjurar al buen
espÃritu. Incluso todas las tribus decidieron celebrar danzas rituales para aplacar la cólera de Ches,
llevando una maraca en la mano y en la otra un látigo, con el que se azotaban. Pero nada de eso
consiguió que la Hija del Sol mejórese. Una tarde se escuchó el canto de la paloma, anunciador de
la muerte y en ese momento la enferma llamó a una de las muchachas que la cuidaba, diciéndole
que no querÃa morir aun. Mistajá se llamaba la muchacha, a quien la princesa le pidió un favor. Para
intentar salvar su vida, debÃa subir al páramo de los sacrificios para ofrendarle al dios Ches, el signo
que le concedió su casta, el cual era un águila de oro, que debÃa enterrar junto a un puñado de
cabellos y gritar tres veces lo más fuerte posible. Al dÃa siguiente la muchacha se dirigió al paramo y
lo realizó tal cual le dijo la princesa. Luego de realizarlo, sintió mucho sueño, estando un largo rato,
hasta que despertó por el ruido de una cierva que pasaba a su lado. Al abrir los ojos, Mistajá se llenó
de admiración al ver en lugar de los cabellos, una gran cantidad de hierba fresca brotada, que la
cierva se estaba comiendo. Esta es sin duda la señal de Ches, y lo que curará a la hija del sol, pensó
la muchacha y al descender de la montaña, le entregó esa hierba a la princesa. Desde aquel
momento, la Hija del Sol quedó curada de su enfermedad y desde entonces existe el dÃctamo o
hierba de cierva. Si algún dÃa alguien encontrase el águila de oro ofrecida a Ches y la desenterrara,
el dÃctamo no volverÃa a crecer más sobre las cumbres de la montaña.
Resumen Leyendas Americanas de la Tierra - Parte 1
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