Resumen Leyendas Americanas de la Tierra - Parte 2 [FINAL]



Autora:
Dorys Zeballos

ECUADOR 


Nunkui, creadora de las plantas 


Cuando los shuaras recién empezaban a poblar tierras orientales de Ecuador, la selva no existía. Había una llanura manchada por escasas hierbas, una de esas era el ukuch, único alimento de los shuaras. Lamentablemente un día la hierba dejó de crecer y los shuaras comenzaron a desaparecer poco a poco. Algunos culparon a Iwia y a Iwianchi, seres diabólicos, pero otros continuaron buscando el ansiado alimento. Nuse era una de ellas, venciendo sus miedos, buscó el unkuch entre los sitios más ocultos y tenebrosos, pero fue inútil. Sin desanimarse volvió en su búsqueda junto a sus hijos y siguiendo el curso del rio, caminaron muchos días, pero el calor agobiante terminó por aplastarlos. Inesperadamente sobre el rio aparecieron pequeñas rodajas de un alimento desconocido, la yuca. Nuse, al verlas, se lanzó al rio y probó aquel asombroso y dulce potage. Fue donde sus hijos a socorrerlos y en eso, percibió a alguien quien la observaba. De súbito, entre ráfagas, llegó una mujer de belleza primitiva. Nuse preguntó quién era y esta respondió; Nunkui, la dueña y soberana de la vegetación. Nunkui le dio a Nuse, por demostrar valor, huertos de amajas olorosos y para que el pueblo no pereciera, Nunkui le obsequio una niña prodigiosa que tenía la virtud de crear unkuch, plátano y yuca. La aparición se esfumó y en su lugar surgió la niña prometida. Volvieron a su pueblo y cuando llegaron, la niña cumplió con su ofrecimiento y la vida de los shuaras cambio por completo. El dolor fue olvidado y las plantas se elevaron en los huertos y cubrieron el suelo de esperanzas. 

ESTADOS UNIDOS 


El nenúfar y la doncella de las estrellas 


Hubo una época donde no había conflictos, todas las tribus de la tierra vivían en paz. Gozaban de una tierra rica en todo, todos cazaban y pescaban, cosechaban frutas y cueces. De noche, a la gente le encantaba contemplara el cielo y una noche sobre la pradera brillaba vieron una estrella más brillante que nunca antes habían visto. La estrella comenzó a moverse y estuvo a punto de caerse. Finalmente quedó suspendida sobre la cima de un lejano cerro. El Gran jefe mandó a los hombres más valientes para saber que era y cuando regresaron, dijeron que era algo que brillaba y estaba suspendido en la punta de un oscuro pino. Esa noche, a uno de los jóvenes valientes, tuvo un sueño en el que apareció la doncella de plata, la cual le dijo que estaba cansada de vagar en el cielo y quería vivir en la tierra, ya que le gustaba los colores, como los niños jugaban, el agua, le gustaba todo, por lo que le pidió que le dijera a los más sabios de su pueblo que le dijeran que forma debía tomar y así vivir en la tierra para siempre. El joven al día siguiente le contó al gran jefe sobre su sueño y este mandó a llamar a los hombres y mujeres más sabios. Entonces llegaron a la conclusión que la doncella de plata debería escoger la forma que quería, podría ser la de un pájaro, una flor, un pez, lo que ella quiera. El joven fue a buscarla y la llevó al pueblo, la doncella de plata decidió quedarse en una rosa roja, pero se dio cuenta que ese lugar estaba lejos de la gente que amaba, así que al otro día fue a la pradera y se quedó en una flor azul, pero allí los búfalos pasaban y no la dejaban tranquila. Volvió al cielo la doncella y la gente temía que se fuera para siempre. Esta vez la doncella estaba sobre el lago y viendo el reflejo de sus hermanas del cielo, las miró y las llamó que cesaran de vagar y que encontraran la paz con ella, en esas quietas aguas del lago. La gente vio que el cielo se estremecía con brillantes puntos luminosos y vieron que el oscuro lago cobraba vida con las estrellas. Los sabios y el gran jefe sonrieron. Cuando llegó la mañana, cientos de estrellas flotaban en el lago azul, no eran estrellas, era Nenúfares. La doncella de las estrellas había encontrado su lugar en la tierra y sus hermanas la habían acompañado. La gente abordó sus canoas y navegó para tocar los pétalos cremosos. Nenúfares, son estrellas que cayeron desde el cielo una noche, sus pétalos brillan al sol como las estrellas que vivieron y centellearon una vez en lo alto. 

MEXICO 


Cómo el chocolate pasó de los dioses a los hombres (Azteca)


En las selvas vírgenes de Yucatán y de Guatemala, existía el cacahuaquchtl, árbol cuyos frutos preparaban su bebida los dioses; tostaban en un sartén de barro, luego lo molían con dos piedras hasta conseguir un polvo que vertían en agua hirviendo. A esta infusión burbujeante le añadían, entonces, pimienta, almizcle y miel, bebiéndolo ceremonialmente. Quetzalcóatl, el gran dios barbudo, prudente como una serpiente y hermosos como el quetzal, enseñó a los hombres a manipular el cachuaquchtl, que no solo daba placer y fuerza, sino también riqueza, ya que los granos lo usaban como monedas. Un día el dios partió hacia el este, hacia donde salía el sol. Desde ese día el pueblo esperó el regreso con tristeza e impaciencia. El pueblo entero prepararía nuevamente el tchocoatl espumoso y lo degustaría con veneración. Por ello, cuando Hernán Cortes, barbudo y con armadura, llegó desde el oriente, a lomos de un extraño animal vestido también de hierro, el emperador Moctezuma y sus súbditos alegremente lo recibieron y realizaron la ceremonia del tchocoatl, entregando sin saber, la bebida divina a unos simples mortales que la difundirían desde ese momento por el mundo. 

Del corazón al nopal (Azteca) 


El nopal es raro que no crezca en algún país de este continente, aun sobre rocas, tierras improductivas, donde otros vegetales no prosperan, él se levanta desafiando la inclemencia. Alcanza tres metros de altura, hojas grandes y ovaladas, grandes y carnosas, nítido color verde, erizadas de púas y sobre las hojas nacen las flores de un intenso color encarnado, que maduran dando un fruto de cascara amarilla e interior sonrojado. En México abunda más, figura incluso del escudo nacional y es en este país que se cuenta la leyenda de su origen. Fue cuando Huitzilopochtli, dios de la guerra, abandonó a su hermana Malinalxochitl para marcharse lejos a fundar un reino para su pueblo. La abandonada, cuyo nombre significa Flor de malinali, planta textil. Ella se quedó y de forma valerosa y esforzada, logro fundar el reino de Malinalco, que significa “lugar donde hay malinali”. Su hijo, Copil que significa corona, creció oyendo como su madre relataba y se quejaba de la mala acción de Huitzilopochtli. Pasaron los años y Copil ya convertido en un joven gallardo, de negra cabellera y cuerpo atlético diestro en la caza y a guerra, juró castigar la ofensa y decidió ir en busca de Huitzilopochtli. La creencia de los indios hacia figurar a Huitzilopochtli como si fuera el sol, en que cada mañana libraba combate con la luna y las estrellas, a fin de ganar un nuevo día y para llevar tremenda lucha, debido que era dios, tenía que alimentarse de la esencia de la vida del hombre, es decir, del corazón y la sangre y por eso le ofrecían sacrificios humanos. Copil llegó a Chapultepec, pero se dio cuenta que solo no podía vencerlo, así que regresó a su pueblo y reunió a mil guerreros. Huitzilopochtli supo lo que Copil quería hacer, ya que lo decía a en todos lados, por lo que Huitzilopochtli mandó a sus sacerdotes a que le trajeran el corazón de Copil. En la noche, los sacerdotes fueron y silenciosamente apuñalaron a Copil y extrajeron el corazón, ni él ni sus guerreros se dieron cuenta. Los sacerdotes volvieron con Huitzilopochtli y le entregaron el corazón, este les dijo que o fueran a enterrar entre las peñas y al otro día había brotado una hermosa planta en el sitio de la sepultura. Era el corazón de Copil, que se había convertido en el vigoroso nopal de ovaladas hojas y flores encarnadas, un recuerdo del valor que brota en toda la tierra americana. 

La ofrenda del pulque (Azteca)


Los orígenes del pulque, bebida alcohólica que se obtiene del jugo de la planta maguey fermentada, se remonta a los monstruosos tzitzimime, genios maléficos de la oscuridad que amenzaban con destruir el mundo. Estos demonios, a menudo femeninos, son estrellas que luchan eternamente contra el sol al atardecer y al amanecer. Quetzalcóatl decidió que una bebida alcohólica traería placer a la vida de los hombres, por ello fue a visitar a Matahuel, la bella y joven diosa del manguey, que habitaba el cielo junto a su abuela Tzitzimitl. Quetzalcóatl persuadió a la joven para qe descendiera a la tierra con él, allí se unieron en un gran árbol ahorquillado siendo Quetzalcóatl una rama y Mayahuel, la otra. Su abuela al no encontrarla, convocó a los demonios con el fin de hallarla. Cuando los hallaron, el árbol se partió en la mitad, la abuela reconoció la rama de Mayahuel y la arrancó salvajemente, entregando partes de su nieta a los otros tzitzimime, para que la devoraran. Después regresaron al cielo y Quetzalcóatl retomo su forma, reuniendo con tristeza los huesos de Mayahuel, los enterró y de ahí nació la primera planta de maguey, el misterioso origen del pulque. 

El maíz divino (Náhuatl) 


Centéotl, el maíz divino nació en una cueva, estaba tan solo, que los dioses pensaron en darle compañeros. Le dijeron que se escondiera debajo de la tierra, quedando su cuerpo completamente cubierto. Al poco tiempo, de una oreja salió el huazantli, planta con que se preparan tortitas capeadas. De los cabellos brotó el algodón, de la nariz creció la chía, de los dedos el camote y del resto del cuerpo brotaron muchos frutos más, que la gente aun siembra y cosecha. Ya no estaba solo, y los hombres tendrían como alimentarse, por ser tan generoso y abundante, le llamaron Tlazopilli, que significa “hijo querido”. 

Cómo los huicholes conocieron el maíz (Huichol) 


Los huicholes estaban cansador de comer cosas que no les gustaban. Un muchacho huichol oyó hablar del maíz con el cual se podían hacer distintas preparaciones, pero este maíz se encontraba lejos, al otro lado de la montaña. Eso no lo desanimó y echó a andar. Al poco tiempo encontró una fila de hormigas, las siguió, ya que eran las guardianas del maíz, pero al dormirse, las sinvergüenzas hormigas se comieron su ropa, dejándolo tan solo con arco y flechas. El huichol comenzó a lamentarse, cuando un pájaro se posó en un árbol cercano. Le apunto con su arco, pero el ave lo amonestó, diciéndole que era la Madre del maíz, y que lo guiaría para darle lo que buscaba. Allí encontró a cinco doncellas muy bellas, hijas de la madre del maíz; mazorca blanca, mazorca azul, mazorca amarilla, mazorca roja y mazorca negra. Mazorca Azul lo cautivó con su belleza y pronto se casaron y regresaron al pueblo. Como no tenían cas, durmieron un tiempo en el lugar dedicada a los dioses. Esta casa de recién casados se llenaba todos los días de elotes, mazorcas tiernas de maíz. La gente venía de todos lados porque Mazorca Azul regalaba maíz a manos llenas y además le enseñaba a su marido, como sembrar maíz y cuidar la milpa. Los ancianos cuentan que Mazorca Azul enseño a las personas todo sobre el maíz, se molió a sí misma y de esta manera la humanidad supo del riquísimo atole preparado también con los granos de maíz. 

El maíz y el Monte de Nuestro Sustento (Náhuatl) 


Los dioses se preguntaban que comería la humanidad. Quetzalcóatl se topó con una hormiga roja quien cargaba un grano de maíz. Interesado, Quetzalcóatl le preguntó dónde lo había hallado y ante la inasistencia del dios, respondió que lo extraía del Monte de Nuestro Sustento. Quetzalcóatl era muy grande para entrar, por lo que se transformó en hormiga negra. La hormiga roja lo ayudó a sacar montones de granos, lo suficiente para compartir con los dioses. El dios le dio las gracias por el maíz, se lo entregó a los dioses, luego se lo dio de comer a la humanidad. Entonces hubo necesidad de más, y el dios no podía estar transformándose en hormiga negra a cada rato, por lo que pidió ayuda a los otros dioses. Entonces, cuando comenzó a llover, Nanáhuatl envió su rayo hacia el monte, que se abrió con gran estruendo, dejando libre granos de nuestro sustento: maíz, frijol, chía, bledo, que los dioses entregaron a la humanidad. 

PARAGUAY 


Irupé y la luna (Guaraní) 


El irupé es una planta acuática que se cría en las aguas profundas y tranquillas del rio Paraguay y la Mesopotamia Argentina. Las flores son grandes y de pétalos blancos, que poco a poco van tornándose rojizas. El fruto recibe el nombre de maíz del agua y contiene semillas que pueden comerse tostadas. Según algunos, irupé significa plato sobre el agua y para otros viene de pe (chato) y significa “lo chato que trae el agua”. Su origen relata la historia de una joven hermosa que se enamoró de la luna. Siempre mirando al astro de la noche, intentó subir a los arboles más altos para tenderle los brazos pero era inalcanzable, trepó montañas, camino a la línea del horizonte y nada. Una noche al mirar al fondo del lago, vio reflejada a la luna en la profundidad y tan cerca, que podría tocarla, la muchacha se arrojó a las aguas y nadó hondo para poder tenerla. Las aguas se cerraron y allí quedo la infeliz para siempre con su sueño irrealizado. Compadecido, Tupá la transformo entonces en irupé, cuyas hojas tienen forma de un disco lunar que mira hacia lo alto en procura de su amado ideal. 

El llanto de Isapí (Guaraní) 


Isapí era joven y hermosa. Hija de uno de los más poderosos mburuvichás. Todos la anhelaban, pero Isapí no respondía a esos halagos, porque Isapí no amaba, no podía mar. Tal era su temperamento, indiferente al dolor, la llamaban también “la que jamás lloró”. Hubo un tiempo en que los más espantosos desastres azotaban a los suyos, pero viendo a niños y mujeres muertos por estas tragedias, Inapí no lloraba. Incluso un adivino propuso someterla a martirio para obligarla a llorar, porque si ella lloraba, la desventura de la tribu cesaría. Cuando se lo comunicaron al jefe, este se encolerizó tanto, que debieron huir de su presencia. En combate, la tribu cayó en poder del enemigo y las más hermosas doncellas también, una de ellas era la hermana de Isapí, tan hermosa como ella, pero de corazón blando, quedó prisionera del jefe enemigo. Después de aquello, la tribu reducida a unas pocas mujeres y un puñado de combatientes, se refugiaron en la selva. Una anciana cuña i payeva dijo que para desviar la malaventura era preciso que Isapí llorase. Pero como hacerlo, ya que el dolor ajeno no era capaz de hacerla llorar, era preciso que ella lo experimentara, pero era protegida por el amor ciego del anciano mburuvichá. Cierto día Isapí, caminando se encontró con varias personas que le pedían ayuda, pero ella insensible al dolor ajeno, no las ayudaba y seguía caminando hasta que se detuvo al escuchar a sus espaldas la voz de la cuña i payeva de la tribu, quien invocaba a Añá, el señor de las tinieblas, amo de los maleficios. La anciana le pidió a Añá que ella nunca fuera abuela ni madre, que llorara para siempre, viviendo eternamente llorando, y que su llanto solo haga bien a los demás. Isapí no oyó más, porque su figura no era humana, al término de la invocación de la cuña i payeva, la doncella quedó convertida en árbol. Desde entonces, en las selvas tropicales, se yergue el árbol que tiene esta particularidad: de sus hojas desprende continuamente abúndate rocío que refresca el aire, humedece el suelo y empapa el entorno para que crezca la vida. 

La yerba mate y la luna (Guaraní) 


La luna solitaria que se paseaba por el cielo tenía el desea de bajar a la tierra y por eso envidiaba al viento que podía moverse libremente. Una estrella peleadora le preguntó porque tanto berrinche, ya que ella era la centinela de la noche y no podía dejar su puesto jamás. Al verla llorar lágrimas de plata, las nubes se conmovieron y la comprendían, así que la ayudaron, realizando una neblina para que la noche fue totalmente oscura, el arco iris prestó su escala de siete colores y la luna, con una capa negra, vestido de tul y corona de estrellas, descendió orgullosa como una reina. La luna se volvió niña, fascinada de la tierra por sus colores, flores, y al mirarse en las aguas, su cara redonda le pareció demasiada pálida entre coloreados frutos. Preguntaba dónde estaban los niños, sin saber que ese lugar era tropical y muy desierto. El rio la invitó a nadar, y no se hizo de rogar, mientras estaba en el agua pensaba que ya que había cumplido su deseo de conocer el verde pasto, los helechos y el agua, podría volver a su sitio y ser para siempre una luz lejana que alumbre caminos. Con su falta de experiencia no sabía del peligro del jaguar, que en las noches siempre busca una víctima para calmar su apetito. Cuando quiso abalanzarse a devorarla, el cuchillo de un diestro cazador terminó con su hambre y vida. Este hombre, mujer e hija, eran los únicos que habitaban esa selva. Asustada la luna por lo ocurrido, el campesino la invitó a su choza donde estaba su mujer e hija. La atendieron amablemente, dándole la última tortilla de maíz que tenían, ya que la próxima cosecha se encontraba lejos, mientras la mujer se preguntaba que comerían mañana, la Luna se sintió apenada y volvió al cielo. Preguntando a los demás que lo podría regalar a esa familia de campesinos que se había portado tan bien con ella, lloró sobre sus campos. Al amanecer el campesino salió de su casa y arbustos desconocidos habían brotado por doquier. La mujer de pura hambre, preparó una infusión con esta yerba nueva y al beberla se sintieron mucho mejor y con ánimo. La bautizaron como yerba mate. El arbusto cundió como maleza por todas partes y el país se hizo famoso y rico por su yerba mate. Se dice que la hija del campesino fue la depositaria de este regalo, que jamás murió y que va por todas partes sembrando este don de la luna. 

PERU 


Achiqueé y la papa (Inca) 


En un pueblo pequeño, dos niños quedan huérfanos, abandonados sin techo ni pan. Un día ven a un gorrión que llevaba en el pico la flor de la papa, por lo que siguen al pájaro y llegar sitio de las papas. Achiqueé, una vieja harapienta y muy mala, al saber que los niños buscaban, decidió seguirlos y matarlos para apoderase de las papas. Los engañó, llevándolos a su casa y mientras la niña cortaba leña, trató de matar al más pequeño, pero la niña se dio cuenta y le lanzó una piedra, luego llegaron a un gallinazo y le pidió que los escondiera bajo sus alas. Cuando llegó Achiqueé, le pregunta al gallinazo por los niños y este de respuesta, le da un aletazo en el rostro, bañándoselo en sangre. La niña aprovecha de huir sin antes decirle al gallinazo “tendrás buena vista y nunca te faltará comida” y por esta razón el gallinazo tiene una mirada penetrante y descubre a su presa aun desde grandes alturas. Luego se encuentran con un puma al cual piden ayuda para defenderse de la bruja y este la da un zarpazo tremendo que la arroja al suelo y la niña le dice al puma “serás el más valiente de los animales”. Continúan la marcha, siempre perseguidos por Achiqueé y son protegidos por otros animales, en agradecimiento los dotan de cualidades que ellos poseen hasta ahora. Encuentran un añaz (zorrillo) y este no los ayuda, la niña, enojada le dice que tendrá un olor repugnante y por eso será fácilmente cazado. Llegan a la pampa y ven a otros muchachos subiendo la cuerda y exclaman “Taita Jerónimo, haz que suba yo también” y les lanza una cuerda vieja y un ratoncillo, para que la vaya comiendo desde atrás. Achiqueé comienza a subir, pero el ratón comienza a comerse la cuerda, entonces al ver que se va a caer, pide a dios caer en la pampa, para no hacerse daño, pero cuando se da cuenta que va a caer sobre una roca, lanza una maldición: “que mi cuerpo se desparrame, que mis huesos se incrusten en la tierra y mi sangre seque las plantas y hierbas”. En ese momento aparecen los Andes y cuenta la leyenda que los cerros lo forman los huesos de Achiqueé, porque las rocas son caras horrorosas que recuerdan al gesto maldiciente de la arpía al caer. El eco que se oye cuando uno grita es la voz de Achiqueé que nos remeda. Cuentan también que salpico sangre en los valles de la costa y ciertos cerros, por eso son áridos. En las noches de luna, las abuelitas de la tierra de Taricá, repiten esta historia- Cuentan que los pequeños que rodean el sitio donde ascendieron los niños fue Taricá, donde no se conocerá jamás el hambre, pues abundan papas y dicen que el culto a San Jerónimo se debe a que fue él quien ayudo a los primeros pobladores de esa tierra, librándolos del hambre. 

La papa, fruto del amor (Quechua) 


En la cordillera, un joven quechua cultivaba la tierra y mientras descansaba de sus labores tocaba la flauta. Él no sentía pena alguna por los sentimientos amorosos propios de su juventud, así como tampoco sentía placer en tenerlos. Un día, llegó a él una sacerdotisa del sol y comenzó a preguntarle por sus cultivos, conversando toda la tarde. Ella vivía en suntuosa moradas de aposentos ricamente labrados y no podía faltar de noche en el templo del sol. En sus aposentos, la sacerdotisa no podía encontrar sosiego por el gran amor que había cobrado al joven quechua y se lamentaba de no poder dar muestra alguna de lo que sentía en su pecho. El joven sentía lo mismo, tomó su flauta y comenzó a tocar tan tristemente que hasta las duras piedras se enternecían. Al amanecer, ambos jóvenes se encontraron, pero uno de los guardias del templo los encontró y al ver lo que pasaba, llamó al Inca. Los jóvenes huyeron hacia la sierra, pero el Inca los descubrió y condenó a los amantes que violaron las leyes sagradas a una dura sentencia: ser enterrados vivos y juntos. Al llegar la noche, las estrellas parecían desorientadas en el cielo, los ríos quedaron sin corriente y los campos del reino se volvieron estériles. Solo la tierra que cubría a los jóvenes estaba a salvo de la sequía, era fértil y prospera. Para alejar la maldición, los sacerdotes y adivinos aconsejaron al Inca que desenterrara a los amantes, los quemaran y desparramara las cenizas por los cuatro confines del imperio. Al remover la tierra, no los encontraron, pero solo había un tallo grueso, era la papa. Sus raíces fueron plantadas por todas las tierras del impero, convirtiéndose en el principal alimento de los andinos, salvando del hambre y la pobreza. De esta forma, los amantes condenados viven hasta hoy, inseparables, en un mismo fruto de la tierra, nutriendo a su pueblo. 

Cómo nacieron las rosas rojas (Inca) 


Antes solo existían rosas blancas, según la tradición incásica. Sinchi Rocca regia el imperio Inca y obedeciendo su tradición conquistadora, logró derrotar pueblos barbaros, que sacrificaban criaturas y hubiera seguido en su carrera de luchas, si no hubiera sucedido algo que hizo a este Inca combativo, un gobernante sabio. Su hija, la ñusta Coyllur (estrella), cayó gravemente enferma. Los médicos ni los astrólogossabían cómo sanarla. Un amauta muy viejo, Lliquisiqui, que ya hacia treinta años que vivía en el desierto, pronostico que la ñusta se curaría si aspiraba el perfume de una rosa roja. Todos buscaron la rosa roja, pero no la encontraron, ya que solo existían las rosas blancas. El Inca desesperado, ofreció los tesoros más ricos para aquel que trajera la flor. El joven príncipe, Yahuar Huacac, quiso hallar por sí mismo la rosa roja que salvaría a su prometida, pero no pudo hallarla. La hermosa ñusta moriría, no tenía salvación. Una noche, una anciana de parte de su hijo, el curaca Guanamunay, se presentó al palacio con una rosa roja. La princesa la aspiro su perfume y mágicamente se sintió revivir. La ñusta se había salvado y en su felicidad, el Inca le dijo a la anciana que su hijo viniera para darle los tesoros incalculables, incluso le daría ejércitos y provincias, seria poderoso. Pero la anciana, llorando le dijo que su hijo no necesitaba nada de eso, ya que estaba muerto. El curaca Guanamunay, en acto con Zupay, se había desangrado y con su propia sangre había teñido aquella rosa que antes fue blanca y ahora era de un rojo indeleble. Había muerto por salvar a la ñusta, de quien se había enamorado, pero no podía obtener don alguno, ya que era la prometida de un príncipe. El enamorado curaca al sacrificarse, había enviado un mensaje digno de su raza fatalista y de su pasión melancólica: “muero gozoso”. Sinchi Rocca ordenó que le hicieran suntuosos honores fúnebres y sobre la tumba, la princesa plantó un rosa de rosas blancas y aquel rosa dio rosas rojas, desde entonces se conocieron y perpetuaron las rosas rojas en el Imperio del Sol. Por eso suceso, Sinchi Rocca cambio su modo de ser, frecuentó tratos con los demás pueblos, abandonó las conquistas de guerras portadoras de muerte e impidió los sacrificios humanos que se practicaban en algunos pueblos. Se dedicó a la astrología y fue inventor de los quipus y el más reputado y hábil de los quipucamayus. 

Cuando Pachacamac creó los alimentos (Quechua)


En el principio del mundo, no había comida para el hombre ni la mujer que dios Pachamac había creado. El varón murió de hambre y la mujer quedó sola. En medio de su pena fue en busca de raíces de yerbas para poder sustentarse y entre lágrimas le habló al cielo y le preguntó al Creador de todas las cosas, por qué la había creado si en ese mundo era tan miserable. Luego le pido al Sol que el cielo matase con un rayo o la tragase la tierra, o en cambio la socorriera. Oyendo sus penurias el sol le dijo palabras amorosas, la mandó a continuar sacando raíces y mientras estaba ocupada, la infundio en rayos y la mujer concibió un hijo que pario a los cuatro días, segura que son eso se alejarían las desventuras y amontonarían los alimentos. Pero el dios Pachacamac, indignado porque al sol se le diese la adoración debida a él y naciera aquel hijo, cogió al recién nacido semidiós y lo mató, despedazándolo en pequeñas partes, sembrando los dientes del difunto y naciendo el maíz, luego sembró las costillas y los huesos, donde nacieron las yucas y de la carne procedieron los pepinos, pacayes y el resto frutos ya árboles. Desde entonces, los hombres y mujeres no conocieron el hambre ni lloraron de necesidad, debiéndole al dios Pachacamac el sustento, la abundancia y la fertilidad de la tierra, todo esto para que se le diese la suprema adoración.

URUGUAY


El ceibo de la paz 


Las cruentas guerras de las tribus aborígenes obligaron a los guerreros a ser crueles, rudos y fuertes, porque la victoria aseguraba tierras buenas, y de ello dependía la vida de las tribus. Había razones para que un cacique valiente y despiadado como Ibbotig fuera objeto de admiración y de respeto, así como de su inhumanidad para tratar a los enemigos. Su lanza de uranday era la más pesada y la más temida, sus flechas de puntas agudas y duras, envenenadas de curare y potente macanas, las más famosas de todas. Pero llegó el día en que ya no eran necesarias las guerras y el dios Tupá mando a sus emisarios para estas cesaran, pero Ibbotig se había acostumbrado a la guerra y le contestó a Tupá que su oficio era batallar y no cesaría en su actitud y decisión. Tupá trato de convencerlo, hablándole de amor y ternura, de paz, pero el cacique se burló y retó a un duelo al mismísimo dios. Tupá aceptó el duelo y para darle un escarmiento al agresivo cacique, iba a derrotarlo con soldados pequeñitos y armas insignificantes, lo dominaría en su violencia y lo heriría en su orgullo y en su carne, que él creía dura como piedra. Cuando comenzó la batalla, Tupá escondido en el bosque contraatacó con sus soldados, zumbando sus alas y repiqueteaban en la tierra como palillos diminutos, sus innumerables patitas, los soldados del dios eran mosquitos, tábanos, hormigas, mangangás, avispas, vinchucas y machines, que aguijoneaban sin piedad el cuerpo de los guerreros. Ibbotig demostró tener la carne blanda, pues inmediatamente empezó a colorearse con la sangre de sus heridas. La gente de Ibbitig arrojó las armas y resolvió huir. En ese momento Tupá tomó la decisión de convertir en arboles a los guerreros, Ibbotig en el ceibo, se ablandó hasta pedir perdón al dios y Tupá, satisfecho de su lección y su castigo, le atenuó la penitencia, haciendo que la sólida carne del cacique se transformara en madera dulce y blanda y para que no olvidara sus fechorías y antiguas crueldades, recordando cómo lo hirieron armas insignificantes, se le verán siempre en primavera, las rojas heridas. Así nació el noble ceibo, que en cada temporada se cubre de rojas y bellas flores. 

VENEZUELA 


La cierva y el díctamo 


Existió una hermosa princesa que gobernaba a las tribus, pues sabia conducir a sus guerreros a la victoria, teniendo un carácter extraordinario, que todos la reconocían como Hija del Sol. La princesa cayó enferma de un extraño mal que la iba consumiendo de a poco. Se ofrendaron al dios Ches ovillos de hilo, cuernos de venado y mantas de algodón. Los piaches acudieron a los mintoyes o cuevas sagradas de la montaña. Así como al borde las lagunas más apartadas para conjurar al buen espíritu. Incluso todas las tribus decidieron celebrar danzas rituales para aplacar la cólera de Ches, llevando una maraca en la mano y en la otra un látigo, con el que se azotaban. Pero nada de eso consiguió que la Hija del Sol mejórese. Una tarde se escuchó el canto de la paloma, anunciador de la muerte y en ese momento la enferma llamó a una de las muchachas que la cuidaba, diciéndole que no quería morir aun. Mistajá se llamaba la muchacha, a quien la princesa le pidió un favor. Para intentar salvar su vida, debía subir al páramo de los sacrificios para ofrendarle al dios Ches, el signo que le concedió su casta, el cual era un águila de oro, que debía enterrar junto a un puñado de cabellos y gritar tres veces lo más fuerte posible. Al día siguiente la muchacha se dirigió al paramo y lo realizó tal cual le dijo la princesa. Luego de realizarlo, sintió mucho sueño, estando un largo rato, hasta que despertó por el ruido de una cierva que pasaba a su lado. Al abrir los ojos, Mistajá se llenó de admiración al ver en lugar de los cabellos, una gran cantidad de hierba fresca brotada, que la cierva se estaba comiendo. Esta es sin duda la señal de Ches, y lo que curará a la hija del sol, pensó la muchacha y al descender de la montaña, le entregó esa hierba a la princesa. Desde aquel momento, la Hija del Sol quedó curada de su enfermedad y desde entonces existe el díctamo o hierba de cierva. Si algún día alguien encontrase el águila de oro ofrecida a Ches y la desenterrara, el díctamo no volvería a crecer más sobre las cumbres de la montaña.


Quizás te interese leer:
Resumen Leyendas Americanas de la Tierra - Parte 1

Quizás te interese comprar:

0 Comentarios