Resumen Cuando callaron las armas - Parte 1

Resumen cuando callaron las armas
Portada Libro Cuando Callaron las armas


Autor: Edna Iturralde



Capítulo 1: Cuando callaron las armas


Fátima es una mujer de mediana edad, robusta, sin ser gorda, tez pálida ligeramente oliva, que usaba una gabardina oscura hasta la altura de sus tobillos, y un pañuelo de seda negro que ocultaba sus cabellos y cubría su frente, bordeando sus pobladas cejas. Fátima perdió a su hija en territorio palestino cuando fue bombardeado por ejército israelí, ella es profesora de piano de Sara, hija de la señora Rosemberg, mujer pelirroja, viuda y más joven, que perdió a su marido igual que Fátima en distinta zona del conflicto, técnicamente las dos pertenecían a bandos enemigos, pero jamás habían sentido nada más que amistad desde que se conocieron. Sara tenía 13 años, pero parecía de 6 años por su frágil cuerpo, su pelo era rojizo y estaba en silla de ruedas. Fátima acepto darle clases de piano como una terapia para su enfermedad. En medio del conflicto que estaba ocurriendo en las ciudades, Fátima comenzó a dictar clases de piano a Sara, pero de fondo de escuchaba el ruido de artillería, cada vez más intenso, hasta sonar muy cerca del edificio donde estaban. A Sara se le oscurecieron los ojos y Fátima recordó a su hija y vio el mismo miedo. Ese miedo que opaca la miranda de los seres humanos como lodo sobre cristal. Fátima coloco las manos de Sara en la teclas izquierda, las de la escala alta y a la cuenta de tres, ambas comenzaron a tocar el piano, la música se espacio por toda la habitación y en ese instante callaron las armas. 

Capítulo 2: Mariposas 


En una casa campesina ubicada al noroeste de Afganistán vivía Ahamed Abedy 11 años, hermano mayor de cuatro niñas. Jashi, el tío de Ahamed le advirtió sobre los explosivos que los aviones de guerra habían comenzado a lanzar en los campos y que estallaban al tocarlos, eran de colores brillantes con forma de mariposa y esto atraía especialmente a los niños que al tratar de recogerlos quedaban mutilados o morían. Al momento pasaron dos aviones con estrellas rojas en sus alas, dejando una estela de pequeños objetos de colores sobre los campos. Ahamed dejó de rezar y vio que sus cuatro hermanas corrieron hacia donde cayeron las mariposas, Ahamed recordó lo que le dijo Jashi y corrió una larga distancia, una de las niñas llego y se agacho a recoger uno de los objetos brillantes, pero Ahamed llego primero y tomo la mariposa con una mano prosiguiendo su loca carrera. Finalmente, miles de mariposas amarillas y resplandecientes volaron a su lado. 

Capítulo 3: Unos segundos más de vida 


Jairo, un niño colombiano de 13 años, luego de la muerte de su padre, decide unirse a los combatientes. Han pasado 2 meses desde que se unió, y ahora estaba limpiando con aceite el fusil que le dieron, un K47. Se encontraba en un campamento militar rebelde en la Serranía de San Lucas, en la región Occidental de Colombia. Era una zona de guerra, conflicto, donde todas las fuerzas luchaban entre sí. Allí todos tenía un poco de héroes y villanos, de mártires y verdugos. Se encontraba practicando cuando dos muchachos aparecieron desde la vegetación. Se sentaron en el suelo mientras escuchaban la música que sonaba de la radio de la casa que se encontraba ahí, era Adiós le pido, del cantante Juanes. Jairo le entro profunda nostalgia la canción con la frase “a dios le pido que si me muero sea de amor”. Él ni siquiera sabía que era el amor y mientras seguía escuchando la canción empezó a recordar que le gustaba ver películas, andar en bicicleta, comer chocolate, los amigos del colegio, los partidos de futbol. Jairo se sentó en la banca y se agarró la cabeza, pensando. Tendría que evadir las patrullas no solo de su grupo, sino de los otros bandos y encontrar el camino en la oscuridad. Al que se entregaba, le perdonaban y le daban la amnistía. Peligrosa y difícil situación, porque si lo encontraban, lo mataban. Jairo se incorporó, estrecho los hombros atrás y comenzó a caminar entre los vegetales en dirección opuesta a la casa, alejándose en la noche. 

Capítulo 4: cumplir con una misión 


Raisa Shabalkun, es de Chechenia, tiene 12 años y dentro de la familia, junto a su madre, son las únicas que quedan vivas, ay que hace un mes su padre y dos hermanos murieron. En su casa, cocina pollo para los invitados que trajo su madre, la mayoría son viudas y algunos viejos. Los pocos hombres jóvenes que conocían eran perseguidos por la policía, por ser miembros de una organización nacionalista que luchan por separar Chechenia de Rusia, al igual que su padre y hermanos. Los invitados comenzaron a irse, y dos mujeres con un hombre se acercaron a la madre de Raisa para entregarle un canasto, ellas pertenecían a “La orden de la viuda negra”. Raisa pensó que eran víveres, pero eran explosivos. La madre de Raisa acepto la misión de la Viuda Negra, la cual agrupaba a mujeres viudas dispuestas a dar su vida en atentados mortales en los que utilizaban cinturones de explosivos, convirtiéndose en bombas humanas. Raisa trató de persuadir a su madre, pero sin resultados, pasando tres días, hasta que llegó el momento. La madre de Raisa, fue a un lugar céntrico vestida de túnica negra, bajo ella estaba el cinturón con explosivos, pero sin darse cuenta Raisa apareció para acompañarla en la misión, la madre quiso detenerla, y finalmente le murmuró que en el futuro quería ser abuela y enseñarle a cocinar a Raisa, por lo que se deshizo del cinturón y arrancaron del lugar. Dos días más tarde, llegaron a Ingushetia, campo de refugiados de guerra a reunirse con la abuela de Raisa. Con esta decisión, la madre de Raisa le devolvió su futuro y ella, la esperanza.

Capítulo 5: Puentes 


Caminaban un grupo de personas, más mujeres que hombres, más viejos que niños, sin animales, ya que en el campo de concentración donde habían estado, no se permitían animales. Eran una veintena de bosniaks, los primeros en regresar a Kozarak, en un nuevo país llamado BosniaHerzegovina. El conflicto inicio cuando dos grupos del mismo origen étnico, se dividieron siglos atrás en musulmanes (Bosniaks) y cristianos (Serbios). Cima Softiz, una anciana Bosniak no podía esperar a llegar a Kozarak, junto a su nieto de 5 años, pero no sabían cómo serían recibidos en Kozarak por los Serbios. ¿Sería posible olvidar y perdonar? ¿podrían convivir en paz?. El grupo de caminantes iban con expectativas y temor, ávidos y confusos entraban a la ciudad; los Serbios ansiosos y turbados, salían de ella. Hasta que se encontraron unos a otros, frente a frente, y en este silencio, el nieto de Cima gritó que quería huevos de pascua, festividad que estaba celebrando los Serbios; una niña serbia le entregó de su canasto, un huevo pintado y el niño fue el primero en reír, luego Cima y todos los demás. Los niños habían tendido puentes entre ellos y los otros; entre los otros y ellos. 

Capítulo 6: La magia del león 


Los diablos rojos era un grupo de niños que fueron raptados o eran huérfanos, donde los adultos les entregaban armas y los utilizaban como señuelos en las batallas que había en Liberia, parte occidental de África. Bolay Deddah, tenía 12 años y era el coronel de los diablos rojos. Esa noche Bolay comenzó el ritual de la magia del león, el cual consistía en cortar en forma de garra de león, sobre el corazón de los nuevos reclutas, luego la sangre se la esparcían por el pecho y este ritual les daría protección durante las batallas y serian inmunes a las balas. Elizabeth Dokie, una niña que había sido raptada junto a sus compañeros mientras iba a la escuela, estaba dudosa de esta magia, tampoco entendía quienes eran los adultos que la habían raptado, ni contra quienes peleaban. Luego del ritual, todos se fueron a dormir a la intemperie y mientras Elizabeth no podía dormir, y recordaba a sus padres, escuchó unos sollozos, pensó que era un niño pequeño y cuando se acercó al sonido, se dio cuenta que el niño que lloraba era Bolay Deddah, este la amenazó para que no le contará a nadie lo sucedido. Ambos se sentaron y comenzaron a conversar sobre el ritual de la magia del león, si es que era verdad o no. Al otro día cuando se estaban preparando, comenzaron a disparar, los adultos le pidieron a Bolay que mandara a los niños en dirección a los disparos y mientras iban corriendo, muchos de ellos caían muertos. Elizabeth cae al piso, sin saber qué hacer y Bolay se le acerca diciéndole que la siga, alejándose de la balacera. Bolay estaba herido en su pierna, y le dice a Elizabeth que la dejará en la carretera para que pueda escapar y volver con su familia, ella le pide que él también vaya con ella, pero él le dice que como huérfano no tiene familia, y que se unirá a otro grupo de rebeldes. Finalmente llegan a la carretera, se despiden y Elizabeth recuerda lo que vivió en la noche anterior, el ritual, los niños soldados y la guerra, sin saber mucho de ella, solo sabía que la magia del león debía surtir efecto pronto o no quedaría nadie para averiguarlo. 

Capítulo 7: Pirámides 


Más de veinte años de guerra civil existe entre los sudaneses africanos del sur y los sudaneses árabes del norte. Los árabes del norte de Sudan raptaban a niños para convertirlos en esclavos, los obligaban a comer abriéndole la boca como un animal y cerrando las fosal nasales para que tragaran. Wol Bol era uno de ellos, tenía solo 6 años cuando un día mientras pastoreaba las ovejas, apareció un grupo de sudaneses árabes del norte y lo raptaron, le cambiaron el nombre, para luego venderlo en el pueblo. A la casa que llegó, la mujer era viuda, tenía 4 hijas. Un día Wol Bol, quien se negaba a perder su nombre y aceptar el nuevo, fue a entregarle unas cosas a la hija mayor, ellas sorprendida, se tapó su cara con un velo. Ella sabía que Wol Bol era un niño esclavo de Dinka, ella le dijo que también era esclava por ser mujer. Wol Bol le preguntó a la niña que era ese cuadro, ella le contestó que eran las pirámides de Menroe, le dijo que era un lugar sagrado y que cerrara los ojos y pronunciara su nombre para nunca olvidarlo. Esa fue la última vez que Wol Bol vio a la hija mayor, ya que la obligaron a contraer matrimonio a los pocos días y se fue del lugar. En la noche, Wol Bol sintió algo, era la foto de la pirámide, sin el cuadro y envuelta en un papel escrito en Árabe. Pasaron 6 años y Wol Bol escapó del lugar, volviendo a su pueblo, reencontrándose con sus padres y hermanos. Wol Bol fue maltratado, abusado, golpeado y despreciado pero nunca perdió su espíritu. Contó su historia al escribano Ishmael y a unas personas que vinieron a entrevistarlo, les mostró la imagen de las pirámides y el escrito en árabe. Dijeron que era la prueba oficial de que si existía la esclavitud de niños y niñas, porque la joven, hija de su antigua ama, declaraba por escrito ser testigo de ese acto monstruoso contra la humanidad.


Quizás te interese leer:
Resumen Cuando callaron las armas - Parte 2 [FINAL]


Quizás te interese comprar:

Resúmenes y libros por $1 y apoyar el blog



12 Comentarios